miércoles, 26 de noviembre de 2008

Las empresas son malas por naturaleza

Creo que con el título resumo todo.
A poca gente le puede quedar alguna duda de que las empresas se mueven única y exclusivamente por el afán de ganar más dinero y reinvertirlo, por el ánimo de lucro. Nos pueden anunciar que tienen una fundación para ayudar a mejorar las escuelas de Perú o han reducido sus emisiones de CO2. Pero no nos engañemos, para que hayan hecho eso ha habido detrás una acción civil.

Las empresas no hacen eso porque sí, sino porque consideran que eso les dará mejor imagen y así venderán, porque consideran que para convencer al ciudadano de a pie concienciado con el medio ambiente o la pobreza en el mundo tienen que hacer eso lo harán. Por lo tanto no hay altruismo, solo limpiar imagen. Sin embargo ese cambio de imagen puede ser beneficiosa. No nos engañemos que la escuela de Perú es algo bueno, aunque hecho con fines distintos al que quisiéramos, porque para ellos no es mejorar la educación de los niños de Perú, sino un coste en publicidad.

Pero que no nos engañen, porque las empresas siempre tenderán a la actividad que consideren más rentable, y solo cambiarán su política más beneficiosa, tanto en obtención de ingresos como, sobre todo, de reducción de costes, si por ello reciben una sanción que sea más gravosa que los posible beneficios que obtuvieran con esa actividad sancionada, y así desincentivar que ese tipo de activiades se lleven a cabo.

Estas sanciones pueden ser de dos tipos: estatales o civiles. Las primeras son las más normales, la típica sanción-multa por contaminar, por ejemplo. Son aquellas que ponen las administraciones públicas por aquellas actividades que se consideran socialmente malas. De esta forma se consigue que muchas empresas dejen de hacer actividades contaminantes porque les es más costoso el pago de la multa que cambiar su procedimiento hacia uno limpio. Pero para que se consiga este objetivo de que se cambie de actividad la sanción debe ser lo suficientemente elevada para lograrlo, porque si no muchas empresas no cambian su sistema y pagan la multa como si fuera un coste más.
Las otras sanciones son las civiles. Son aquellas que surgen por la movilización, el boicot, el asociacionismo, la huelga, etc Son las que promueven sindicatos, asociaciones ecologistas, asociaciones en pro de derechos humanos, etc. Son sanciones que van directamente desde la sociedad civil a las empresas que hacen alguna actividad socialmente mal vista. A peor vista, más contundente será la sanción. Esta puede ser por ejemplo el boicoteo a empresas que exploten niños, por ejemplo, mediante la abstención a comprar sus productos. Se basan en actuaciones directas de los ciudadanos que desprecian la actividad de la empresa, y anteponen al posible beneficio personal que puede generar la compra de ese bien la necesidad de mejorar una justicia social, la exigencia de unas normas éticas en las empresas.

Entre los dos tipos de de sanciones no hay tanta diferencia, pues con las dos se pretende acabar con una actividad socialmente mal vista mediante la desintencivación económica. Pero además normalmente detrás de esas sanciones están las mismas asociaciones, agrupaciones ONG's que, o bien han presionado al estado para alterar las leys con el objetivo de defender algo socialmente bueno que es vulnerado por las empresas, o bien han castigado a las empresas directamente, promoviendo la alteración de las reglas del mercado de oferta y demanda, para que así las empresas tengan en cuenta en sus cálculos económicos aquello que la sociedad no quiere que hagan.

Las segundas son más directas, y no sufren ninguna alteración, manteniendo los principios que justifican la sanción, pero cuesta mucho más la movilización verdadera de los ciudadanos, pues es muy difícil que se conciencien de algo teniendo que sacrificar algo, poca gente se ve comprando bolsas biodegradables cuando dan bolsas de plástico gratis. Por otro lado las primeras son más eficaces por el poder que representa el Estado. Sin embargo muchas veces estas propuestas chocan con intereses de las empresas, que como generadoras de empleo, tienen poder también dentro del Estado, quedando éste como un punto de conflicto entre empresas y sociedad civil. Sin embargo en ambos casos está claro que una sociedad civil bien organizada y fuerte favorece la concienciación ciudadana y la desaparición de la idea de que los intereses empresariales prevalecen ante los sociales en el Estado.

El problema está ahí, en el poder de influencia sobre el Estado. Por un lado las empresas y por otro la sociedad civil. La primera con fines egoístas y los segundos con fines altruístas. Pero el primero genera riqueza y son eficaces a la hora de mejorar la tecnología, eso queda claro. Por ello tampoco sería algo muy lógico que las empresas desaparezcan, pero sí que queden controladas por un verdadero interés social.

Por lo tanto hay que promover un mejor desarollo del asociacionismo para dar mayor importancia a los intereses ciudadanos ante el Estado, que a pesar de ser elegido democráticamente, su poder se altera fácilmente cuando entran en terreno de los intereses de las grandes empresas. De ahí que sean necesarios mecanismos para reforzar la voz de los ciudadanos ante los que toman las decisiones, además de ser instrumentos capaces de intermediar entre el ciudadano y el gobernante, alejado de sus electores muchas veces.

Con una mejor red de asociacionismo, con una mejor cultura de asociaciones, se conseguirá una mejor calidad de la democracia y a su vez un mayor control a la útil pero despiadada empresa, que, como dice el enunciado, son malas por naturaleza, aunque sus consecuencias puedan tener beneficios.

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