sábado, 2 de mayo de 2009

¿Por qué no un "verde" en la Comisión Europea?

Poco a poco y con el silencio que tanto las caracteriza, se acercan las elecciones europeas. Estas elecciones pasan de largo para muchisima gente, pero hay un pequeño grupo de alocados soñadores que consideramos que tienen un papel muy relevante dichas elecciones. Pues a fin de cuentas son las que sirven para formar un Parlamento que aglutina a casi todo un continente y que, aunque no lo parezca, la influencia que puede tener su composición nos afecta más de lo que nos creemos.

Entre sus desconocidas funciones se encuentra la de nombrar al presidente de la Comisión Europea. Este muchas veces es un mero cargo representativo y cordial, pero como encargado de gestionar a la burocracia comunitaria, por esta vía es capaz de influir en los "proyectos de ley" (o reglamento, o directiva, etc) de la UE, y de esa manera influir en las políticas públicas que se hagan tanto en Bruselas, como las que nos manden hacer a Madrid. Por tanto, esta función, junto con la anteriormente mencionada de representación y liderazgo simbólico, el cargo de presidente de la Comisión puede ser una vía clave para dar nuevos aires a las políticas europeas, especialmente en lo económico.

Hoy sale en la prensa que, salvo alguna novedad imprevista, Durao Barroso renovará su candidatura por cinco años más, ya que será nombrado como candidato de los populares europeos a ese cargo, así como haber recibido apoyo de algunos miembros socialistas, entre los que se incluyen el presidente Zapatero, algo que realmente lamento y considero una posición muy equivocada. Desde que Barroso está en la Comisión, la UE ha estado paralizada. Se paralizó el Tratado Constitutivo, se paralizó el Tratado de Lisboa, no se ha conseguido una buena adaptación de los nuevos miembros a la Unión, pudiéndose hablar de una Europa a dos velocidades. Y sobre todo, no se ha conseguido reducir el papel de los gobiernos nacionales a la hora de tomar decisiones europeas. Barroso es un cargo sin una fuerte ideología europeísta, y su Comisión solo ha propuesto medidas políticas y económicas de corte neoliberal, donde socialistas como Straus-Kahn (Banco Central Europeo) o Joaquín Almunia (comisario económico) han quedado sin poder decisorio bajo los dictados de las grandes corporaciones europeas. Barroso ha sido un estandarte del neoliberalismo sin sentido, del europeismo bajo en calorías que defiende la derecha, y de medidas tan polémicas, como la jornada de 65 horas, que tuvo que ser paralizada por el resto de fuerzas políticas del Parlamento Europeo.

Por eso es necesaria una alternativa fuerte a Barroso, y solo vería con buenos ojos, al menos que se me ocurren ahora mismo, a tres candidatos: del ala de la derecha, en vez del anfitrión del grupo de las Azores y verdadero ralentizador de Europa, los populares deberían intentar proponer un candidato más neutro, como Jean-Claude Junkcer, actual primer ministro luxemburgués y ferviente europeísta. Aunque no deja de ser un liberal económico, defiende la igualdad entre todos los europeos. Otro buen nombre es el propuesto por los socialistas europeos: el ex primer ministro danés Rasmussen, aunque algunos socialistas no lo consideren bueno o con poco carisma. Cierto es que le falta carisma, y eso en tiempos de crisis puede ser fundamental para un político.

Sin embargo, ¿por qué el presidente de la Comisión tiene que ser popular o socialista? En la cámara europea hay más grupos parlamentarios. Y se me ocurre uno que, por su experiencia como ministro de exteriores, por su innovación política, por la defensa de unos valores abiertos, sociales y ecológicos, el ex-vicecanciller alemán Joskha Fisher podría ser una grandísima alternativa para rejuvenecer y reordenar una Unión Europea totalmente a la deriva y con una seria necesidad de reforma. Europa necesita nuevos aires, y Fisher los puede dar.

Un líder europeo verde no es nada que pueda sorprender a nadie. Este hombre tiene una ideología totalmente abierta, defensora de una economía sostenible, tanto en lo ecológico como en lo financiero. Es defensor de una expansión de libertades, y no de una restricción, como las jornadas de trabajo más largas o las medidas contra la inmigración. Promueve las políticas hechas por el sector público, y no las constantes privatizaciones y desregulaciones que han promovido los neocons en el poder. Es un acérrimo defensor de una verdadera Europa donde se pueda unificar la política exterior más efectiva y democrática, o una única fuerza militar europea, mucho más barata y eficiente. Fisher podría significar el resurgir de los valores europeos que considero importantes: política más cercana al ciudadano, economía para las personas (y no alrevés) y desarrollo sostenible y equitativo.

Por ello insto a que los grupos socialista, verde, izquierda y de la europa de las regiones junten sus fuerzas y promuevan al ex ministro y carismático Fisher como una posible alternativa al neocon Barroso, amigo de Aznar, Bush y Blair, como presidente de la Comisión Europea

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