Marx hablaba de que la historia era una lucha interminable de clases, y que la caída del capitalismo, la última fase de la historia, se debería por la victoria del proletariado frente a la burguesía. Eso no fue exactamente así, sino que la burguesía se mantuvo, y el proletariado mutó en gran parte en algo llamado clase media. Esta clase media hacía menos distinguible las clases sociales, y además era una clase social mucho más amplia que las anteriores, era la verdadera masa social, como si aglutinase a toda la población. Es tan grande que, algunos autores como Francis Fukuyama vaticinaron el fin de la historia, pero en un triunfo del capitalismo, por la extensión de la clase media en casi toda la población de los países desarrollados. Muy bien, ahora todos podemos consumir, tenemos sueldos medios más equiparados, con empleos que nos permiten ganar para vivir y tener caprichitos casi todos nosotros, pero aún hay algo que nos hace diferente, que realmente muestra distintas clases sociales, que la burguesía de antaño sigue ahí, al igual que hay trazos del proletariado que cada vez se muestran más. Vivimos en una sociedad donde ya casi nadie pasa hambre (hablo de Occidente), donde esa necesidad ya está cubierta, pero queda otra por cubrir: la de una vivienda propia donde llevar una vida independiente y propia.
Pero, si antes era la propiedad de los factores de producción lo que distinguía las clases, hoy en día es otro tipo de titularidad: la del contrato de hipoteca. Se puede hablar de tres clases sociales derivadas de la posición que tienen respecto del contrato de hipoteca:
- Clases hipotecantes: Son aquellos que prestan el dinero a cambio del cobro de unos intereses, además del gravamen del bien del hipotecado o de su compañero el avalante. Pero el problema no es el contrato en sí, sino para qué se utiliza y cómo. Pues se usa para pagar un bien necesario e indispensable como la vivienda, y, como saben de la necesidad de ese bien, las clases hipotecantes aprovechan ese estado de necesidad del hipotecado para subir el interés y explotar económicamente al hipotecado. En esta clase también se incluiría aquellos que obtienen beneficios astronómicos y desmesurados por la venta de esos inmuebles (casi siempre son los mismos) y los empleadores que pagan poco y que fuerzan al hipotecado tener que cubrir ese gasto extra con dinero prestado de los hipotecados. Todos estos son el explotador de la nueva sociedad de clases, el que obtiene un beneficio extra por la necesidad de la clase sometida, la hipotecada.
- Clases hipotecadas: Son el otro lado del contrato. Aquellos que necesitan un dinero extra que no logran por su trabajo, y que tienen que pedir prestado a los hipotecantes, para poder cubrir el gasto del necesario y básico bien de la vivienda digna. Son aqeullos que, resignados, han de devolver luego ese dinero con una suma mucho mayor de la que obtuvieron, y durante el resto de sus vidas. En esta clase también se tendría que incluir al avalante. A veces es un hipotecado más, o lo fue, y se "rehipoteca" en favor de un amigo o familiar, porque claro, con tal suma de dinero a devolver, los hipotecantes necesitan un buen seguro de que recuperarán el dinero en caso de impago del hipotecado. En esta clase se encuentraría casi toda la clase media de más de 30 años (o 40) y con un proyecto de vida más estable.
- Clases no avaladas: Estos no están hipotecadas, pero no porque no quieran, sino que su propósito es tenerla. Claro está, no como fin último, sino como medio para obtener la ansiada vivienda. Pero a estos, la clase más baja, la clase hipotecante, temerosa de no recuperar el dinero, les pone tantas trabas y condiciones que resulta imposible que las puedan cumplir. Así que resignados se quedan con su necesidad básica insatisfecha. No existen para la clase hipotecante, bueno sí, son explotados laboralmente al estilo marxista. Estos son la clásica clase baja y los jóvenes de las clases medias, laboralmente explotados (bueno, becados), conocidos como mileuristas.
Estas clases ya se han formado, y con la crisis económica, se está entrando en la fase de lucha de clases de Marx...
Pero, si antes era la propiedad de los factores de producción lo que distinguía las clases, hoy en día es otro tipo de titularidad: la del contrato de hipoteca. Se puede hablar de tres clases sociales derivadas de la posición que tienen respecto del contrato de hipoteca:
- Clases hipotecantes: Son aquellos que prestan el dinero a cambio del cobro de unos intereses, además del gravamen del bien del hipotecado o de su compañero el avalante. Pero el problema no es el contrato en sí, sino para qué se utiliza y cómo. Pues se usa para pagar un bien necesario e indispensable como la vivienda, y, como saben de la necesidad de ese bien, las clases hipotecantes aprovechan ese estado de necesidad del hipotecado para subir el interés y explotar económicamente al hipotecado. En esta clase también se incluiría aquellos que obtienen beneficios astronómicos y desmesurados por la venta de esos inmuebles (casi siempre son los mismos) y los empleadores que pagan poco y que fuerzan al hipotecado tener que cubrir ese gasto extra con dinero prestado de los hipotecados. Todos estos son el explotador de la nueva sociedad de clases, el que obtiene un beneficio extra por la necesidad de la clase sometida, la hipotecada.
- Clases hipotecadas: Son el otro lado del contrato. Aquellos que necesitan un dinero extra que no logran por su trabajo, y que tienen que pedir prestado a los hipotecantes, para poder cubrir el gasto del necesario y básico bien de la vivienda digna. Son aqeullos que, resignados, han de devolver luego ese dinero con una suma mucho mayor de la que obtuvieron, y durante el resto de sus vidas. En esta clase también se tendría que incluir al avalante. A veces es un hipotecado más, o lo fue, y se "rehipoteca" en favor de un amigo o familiar, porque claro, con tal suma de dinero a devolver, los hipotecantes necesitan un buen seguro de que recuperarán el dinero en caso de impago del hipotecado. En esta clase se encuentraría casi toda la clase media de más de 30 años (o 40) y con un proyecto de vida más estable.
- Clases no avaladas: Estos no están hipotecadas, pero no porque no quieran, sino que su propósito es tenerla. Claro está, no como fin último, sino como medio para obtener la ansiada vivienda. Pero a estos, la clase más baja, la clase hipotecante, temerosa de no recuperar el dinero, les pone tantas trabas y condiciones que resulta imposible que las puedan cumplir. Así que resignados se quedan con su necesidad básica insatisfecha. No existen para la clase hipotecante, bueno sí, son explotados laboralmente al estilo marxista. Estos son la clásica clase baja y los jóvenes de las clases medias, laboralmente explotados (bueno, becados), conocidos como mileuristas.
Estas clases ya se han formado, y con la crisis económica, se está entrando en la fase de lucha de clases de Marx...
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